Perjuicios por errores quirúrgicos: riesgos distintos al de la intervención

errores quirurgicos

Los daños causados durante intervenciones quirúrgicas suponen la aparición de lesiones diferentes  a los riesgos que normalmente supone la operación, o que los riesgos considerados sean causados por una mala técnica quirúrgica, o un deficiente manejo de las complicaciones del postoperatorio. En la actualidad, se ha generalizado el uso de formularios específicos de consentimiento para intervenciones quirúrgicas donde vienen constatados todo tipo de riesgos a los que el paciente se somete. Cada uno de esos riesgos son conocidos por la ciencia médica, en su génesis como estadísticamente.

Sin embargo, este tipo de consentimientos no tiene como resultado que el paciente asuma las consecuencias de la realización de una mala técnica quirúrgica. Ante la aparición de una lesión imprevista hay que analizar paso a paso lo que ocurrió en la intervención, basándose, en la mayoría de los supuestos, en las hojas de protocolo quirúrgico y anestesia, así como los pasos teóricos de la intervención, todo ello bajo criterios periciales.

Por poner un ejemplo, en un recambio de prótesis de cadera, sin duda que constará en el consentimiento la posibilidad de daños en nervios adyacentes, pero esto no prohíbe  el análisis  de cómo pudo producirse esa lesión (uso inadecuado de los separadores, atrapamiento en roscas…), una vez que el paciente despierta de la anestesia y nota la impotencia funcional de una de sus piernas.

Riesgo estadístico de errores quirúrgicos

El riesgo estadístico de que una complicación se produzca no respalda técnicas realizadas de forma negligente y sin calidad.

De esta forma, ante la aparición de una lesión postquirúrgica cabe preguntarse siempre sobre la causa exacta de la misma. Por ejemplo, daños en nervios durante una intervención, o en vasos sanguíneos causantes de grandes hemorragias, o en vísceras y estructuras adyacentes anatómicamente al lugar intervenido. También malos cierres de suturas internas que causan complicaciones postoperatorias. Debe tenerse en cuenta que muchas intervenciones quirúrgicas tienen pasos protocolizados de salvaguarda de estructuras vecinas para evitar complicaciones conocidas; la hoja de protocolo quirúrgico, en la que el cirujano anotará lo realizado, arroja luz sobre lo acaecido.

En otras ocasiones nos encontraremos con secuelas que ni siquiera están descritas en la ciencia médica como riesgos normales de una intervención. Aquí entra en juego la doctrina del daño desproporcionado, entendiendo que debe declararse la responsabilidad sobre una secuela desproporcionada al tipo de intervención salvo que se aclare su génesis dentro de una buena práxis médica; la cosa habla por sí misma. Muchos de estos supuestos se relacionan con la postura en que se ha colocado al paciente en el quirófano, o con un defectuoso análisis preoperatorio que impida valorar los riesgos específicos a los que realmente se enfrentaba o simplemente no se puede dar una explicación a lo ocurrido, pero claramente se ve la relación de causa a efecto entre intervención y resultado.

Responsabilidad por daños quirúrgicos

El olvido o pérdida de material quirúrgico en el interior del paciente, tales como agujas, bisturís, gasas mal contadas, que habitualmente son descubiertos de forma casi inmediata por la presencia de infecciones o con secuelas diferidas en el tiempo, con clínicas dolorosas y el riesgo inherente hacia estructuras vecinas; además de la necesidad de reintervenciones para extraerlos.

La responsabilidad por daños quirúrgicos se ve aumentada a veces por un mal seguimiento postoperatorio, sin haber considerado los síntomas que presenta el paciente propios de una complicación operatoria, y que el servicio de salud ha considerado que se trata  de una evolución normal; en estos casos en que el deterioro del paciente es claro y no se investiga la causa, la responsabilidad puede nacer no de una intervención practicada conforme a la lex artis y con complicaciones (conjunto de normas o criterios valorativos que el medico en posesión de conocimientos, habilidades y destrezas debe aplicarlos diligentemente en la situación concreta de un enfermo y que han sido universalmente aceptadas por sus pares),sino de la falta de actividad para descubrirlas y tratarlas en el seguimiento posterior.

La presencia de complicaciones derivadas de una deficiente evaluación preoperatoria del paciente y por tanto la falta de adopción de medidas profilácticas también puede ser causa de responsabilidad; pacientes con riesgo de trombosis o una inadecuada protección antibiótica son ejemplos de lo anterior.

Para finalizar, los supuestos en que una intervención quirúrgica se realiza con indicación errónea; es decir, se debería practicar una nueva, atendiendo al diagnóstico o características del paciente; o errores groseros en que se intervienen órganos o miembros equivocados, fruto de errores burocráticos en relación con la simetría anatómica humana.